Son palabras de Jack Valero, el fundador de Catholic Voices, un grupo de voluntarios católicos británicos que defiende el catolicismo en los medios británicos. Lo entrevista Lluís Amiguet en La Contra de La Vanguardia de hoy.
De la entrevista me han sorprendido dos cosas: el planteamiento de la crítica desde una perspectiva positiva y el conocer al colectivo Catholic Voices, un apoyo con el que cualquier organización o causa desearía contar. “Cuando el otro día apareció el libro del Papa Luz del mundo, en el que hablaba del preservativo, la BBC no llamó al arzobispo, nos llamó a nosotros”, explica Valero. Actualmente hay 20 “voices”, seleccionadas entre las 90 personas que se interesaron en serlo. Sin duda, su discurso tiene más fuerza que si fuera un portavoz de la Iglesia quien lo pronunciara. “El arzobispo de Westminster me felicitó, porque me dijo que si fuera él quien defendiera a la Iglesia, no tendría la misma frescura y por tanto efectividad”. Vamos, el sueño de cualquier marca: contar con fans que te “vendan” de forma voluntaria y por iniciativa propia.
En relación con la idea de aprovechar las críticas para comunicar, destaco dos preguntas:
- ¿Cualquier crisis es una oportunidad?
Si sabes aprovecharla, sí. Lo fue también para el Opus Dei, incluso en las tonterías de El código Da Vinci: ese interés podía convertirse en oportunidad y luego en ventaja. En toda crítica hay una intención positiva… - Si sabes verla.
Está ahí siempre que el debate sea riguroso. Debes detectar esa intención positiva en la crítica y, para empezar, compartirla con quien la hace. Decirle que buscas lo mismo.
Interesante planteamiento, que comparto totalmente. No se trata de buscar el enfrentamiento, sino de aprovechar las críticas negativas e intentar darles la vuelta en beneficio propio. Algo que no siempre es fácil, pero que puede ser muy provechoso. Como reza el dicho: “que hablen de mí aunque sea mal”. Pues aquí se trataría de aprovechar ese comentario negativo y el hecho de que somos noticia (aunque sea por un tema que no nos agrade) para hacer oír nuestra voz.
¿Y esto como se consigue? Pues buscando el “punto C”, desvela el entrevistado, el punto en común. Y asegura que siempre hay un punto en el que estás de acuerdo con tus adversarios y a partir del cual hay que empezar a trabajar. Otros dos consejos: no parezcas profesional, pero argumenta profesionalmente, y cuando no puedas convencer, disuade o al menos no enfurezcas al oponente.