Mientras me tomo unos días de descanso, os dejo con una reflexión que me he planteado estos días de atrás…
Se ha extendido últimamente el uso de la palabra “desvirtualizar” en la Red. No sé si la moda de usar esta palabra se debe a Twitter o era anterior. He intentado recordarlo, pero digamos que las fechas se difuminan en mis recuredos. En esto de Internet, ¡es todo tan reciente y tan antiguo al mismo tiempo! A veces nos da la sensación de llevar toda la vida en la Red y sólo hay que remontarse unos pocos años para encontrarnos con aquellas conexiones con módem que hacían piiii, piripiiii, piii, piii y que no permitían que navegaras y hablaras por teléfono con una sola línea. Qué tiempos aquellos.
Volviendo a lo que iba, últimamente lo de “desvirtualizar” está a la orden del día. Que si he desvirtualizado a tal twittero, o al blogger menganito… Como escribía hace ya algún tiempo Anna Cabañas en su fantástico “Amb lletra de pal”:
“Desvirtualizar, que es cómo se le llama a conocer presencialmente al alguien con quien –hasta el momento– sólo has mantenido contacto virtual, es un vocablo paradójico. Lejos de lo que nos haría sospechar el prefijo, no supone despojar a tu interlocutor de su faceta virtual, sino completarla: como quien encaja una última pieza en un puzle, la que completa la obra que has ido construyendo, la que te devuelve una imagen fiel de algo que intuías.”
Esta semana, en el curso de verano del IDEC, Manuel Jiménez, que suele hablar de “humanizar” en lugar de “desvirtualizar”, me comentaba: “es que soy una persona, también en la Red. No soy virtual cuando estoy en Internet”. Y la frase me hizo pensar, porque es cierto que no dejamos de ser personas en la Red, no nos convertimos en avatares digitales, seguimos teniendo un cuerpo, un corazoncito, un cerebro… sólo que quizá los usuarios con los que acostumbramos a relacionarnos nunca nos han visto personalmente, presencialmente.
Hace algunas semanas, humanicé a Manuel Carrillo. Él también suele hablar de “humanizar” en lugar de “desvirtualizar”, y resulta que también se debe a la influencia del otro Manuel (va de manueles, el post). Después de pensarlo con algo más de calma, lo cierto es que la reflexión de Manuel Jiménez me convence. También soy una persona, aunque me esté comunicando en la Red.