Ideas para adaptarse a la marea (y II)

Tras el primer post en el que comentamos algunas ideas sobre intangibles y comunicación audiovisual, hoy recojo algunas reflexiones más sobre comunicación del libro Adaptarse a la marea, de Eduardo Punset. En esta ocasión se centran en las emociones, la comunicación interna y en lo que podemos aprender de los insectos sociales.

Neuronas y emociones
La neurociencia ha puesto de manifiesto que el cerebro utiliza las mismas neuronas para percibir que para imaginar. Es decir, que dependiendo de los estímulos que reciba, o percibe o imagina.

“Las emociones no sólo preceden a los sentimientos, sino que están en la base del comportamiento humano.” Como dice Punset, “sin emoción no hay proyecto”, “si no hay emoción, no es que se tengan menos probabilidades de éxito, es que no hay ninguna.” Sobre este tema, os recomiendo echar un vistazo a la presentación Emotalk : entender y usar las emociones en comunicación de Antonio Monerris.

Comunicación interna
El libro también contiene reflexiones estrechamente relacionadas con la comunicación interna. Escribe Punset que “Cualquier sistema vivo, incluido el cuerpo humano, es algo más que la suma de sus partes. (…) La razón principal por la que las células, y el cuerpo humano, pueden hacer cosas distintas yace en la capacidad de transferir información de una parte de la membrana de la célula a otra, y de una parte a otra del cuerpo. (…) A nivel del cuerpo humano, se establece un tráfico incesante en dos direcciones entre el cerebro y los sentidos. Si la vida en el Universo está fundamentada en las interrelaciones de todo con todo, ¿cómo es posible que se olvide tan a menudo esta pista en la vida corporativa y de los negocios?”. Una pregunta muy acertada.

Aprendiendo de los insectos
“Es preciso insistir sobre los efectos perniciosos del control jerárquico de la gestión. Ha sido, sin lugar a dudas, la mayor fuente de ineficacias empresariales, de la merma continuada de los niveles de creatividad (…) y el factor principal de los ambientes tóxicos y contaminantes que imperan en el personal de muchas empresas grandes y pequeñas”. Ante esta situación, Punset toma como modelo las enseñanzas de los insectos sociales: la inteligencia de un enjambre o de un hormiguero funciona muy bien y no necesita de controles jerárquicos y centralizados. Hormigas, abejas y termitas “han acumulado durante sesenta millones de años el conocimiento emergente –de abajo arriba- e interactivo. (…) No se puede decir que las hormigas sean extraordinariamente inteligentes, pero sí que el proyecto global es más inteligente y sofisticado que la suma de las individualidades que lo han originado”. Es decir, que el todo es mucho más que la suma de sus partes. Porque, “el proyecto global es más inteligente que la suma de las partes”.

La principal enseñanza que nos transmite el modelo de los insectos sociales es la importancia de la comunicación horizontal: “son los conocimientos que se extraen a partir de las interrelaciones entre los miembros del grupo los que sustentan el proyecto”.

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