He visto a consultores recomendar a sus clientes que creen una página web de su negocio cuando la propia agencia para la que trabajan no la tiene. Me pregunto si tiene algún sentido. ¿Cómo puedes recomendar a tu cliente que haga algo que ni tú mismo has hecho? Me pregunto qué credibilidad puede tener decirle a una persona: «necesitas una web, es imprescindible estar en Internet, porque si no estás en el ciberespacio, no existes». Lo he oído en más de una ocasión. Y luego entras en el buscador, introduces el nombre de la consultoría en cuestión y te sorprendes con la inexistencia virtual de dicha empresa. Si es una herramienta de comunicación imprescindible, ¿cómo puede una agencia de comunicación carecer de ella?
Sinceramente, me parece incoherente. Si tan necesario es tener página web, ¿por qué tu propia empresa no la tiene? Si tan útil y tan bien funciona, ¿por qué no has creado tú una? Eso es lo que le preguntaría yo a la persona que recomendara a mi empresa algo que ni ella misma cumple.
Es una cuestión de ética profesional. No se trata de aprovecharse del desconocimiento del cliente en dichos temas. Para eso nos contrata: para que le asesoremos. ¡Si ya supiera qué hacer no recurriría a nosotros! Seamos éticos con nuestra propia práctica. El rigor y la profesionalidad comienza por uno mismo.
me suena….
La verdad es que es raro el tema. Si alguna característica tiene este ‘negocio’ es que necesitas vivirlo para recomendarlo, o lo contrario.
Proponer sin conocer suena a dejarse llevar por modas, comentarios, lecturas de revistas en la peluquería (muy dignas ellas, que no digo yo que…) etc.
Aconsejar la entrada en el mundo internet si significa algo, evidentemente si se hace en serio, quiere decir que estamos dándole una vuelta de calcetin a nuestra forma de hacer las cosas. Cuando hablamos del tema en una cierta profundidad, pasar al mundo virtual, sin perder de vista por supuesto el real, implica cambios en la filosofía del negocio y en el desarrollo del mismo. Todo lo demás son, en alguna medida, ‘brindis al Sol’.