Francesc Grau me pasa el testigo de este meme. Nos invita a compartir historias de relaciones curiosas o contradictorias que contar. No tengo ninguna historia original que contar, pero ahí va mi reflexión.
Sinceramente creo que no todo el mundo tiene que estar, per se, en las redes sociales. Al menos no todos con los mismos objetivos. Por ejemplo, no todas las empresas están obligadas a estar en Facebook. A lo mejor, por el tipo de negocio, les resulta más útil estar en Twitter, tener un blog, o seguir y participar en conversaciones iniciadas por terceros, sin contar con plataforma propia. Son opciones. Depende de los objetivos de cada empresa, y de ahí que sea tan importante definirlos y diseñar una estrategia.
Por otra parte, y aunque pueda parecer contradictorio, también creo que cualquier empresa y cualquier persona puede encontrar beneficios a estar en las redes sociales si lo desea, ya sea a nivel personal o profesional. Por ejemplo, puedo decidir usar Facebook para estar en contacto con mis amigos y dedicar mi blog a temas profesionales. O escribir un blog personal y crear una página en Facebook para hablar de temas profesionales. Son diversas opciones. Y esa es la parte buena: el usuario puede decidir qué le interesa más y dónde quiere estar, algo casi impensable antes de la Web participativa.
Comenta Francesc en su post que esta facilidad de participar puede llevar a situaciones curiosas. Puedes ser amigo de tu jefe en Facebook, amigo de tu ex o incluso de la pareja de tu ex. También puedes formar parte de la red de contactos de tu médico (el uso que hace de las redes el doctor Casado es ejemplar) o de tu asesor fiscal. Cosas de la Red.
A mí una de las cosas que me parece más curiosas, y esta sí que la he vivido en primera persona, es la relación digital que se establece con los alumnos. Hay varios niveles:
Antes de que se celebre el curso:
- Que te empiecen a seguir de forma anónima.
- Que te empiecen a seguir y te envíen un mensaje presentándose y explicándote qué esperan de la sesión (¡muy útil para conocer expectativas!).
- Que ya te sigan de hace tiempo y cuando descubren que impartirás una sesión te escriban comentándote: “nos desvirtualizaremos en breve” (¡y no es una amenaza! 😉 )
Durante el curso:
- Que tuiteen lo que vas explicando, para bien o para mal 😉
- Que te hagan preguntas vía Twitter y no en persona. ¡Atención! que las redes no nos hagan desaprovechar el contacto personal: ¿por qué preguntarme algo vía Twitter que seguramente no leeré hasta que acabe la sesión si puedes preguntármelo en persona?, como me comentaba hace poco Eva Sanagustín).
Después del curso:
- Que comenten en abierto qué les ha parecido la sesión. Esto es muy útil para valorar tu trabajo y poder mejorarlo.
- Que te escriban personalmente para comentarte algo de la sesión, indicándote puntos fuertes y posibles mejoras. También muy útil para mejorar en futuras sesiones.
- Que te inviten a formar parte de sus redes de contactos, en diversas plataformas.
- Si estos intercambios de impresiones se mantienen a lo largo del tiempo, a veces acaba surgiendo una estupenda relación que puede ser muy fructífera tanto a nivel intelectual como humano 🙂
Y es que, en el fondo, los medios sociales son relaciones 🙂 Y la formación, también 🙂
Invito a responder a la pregunta que titula este post a Esther Gómez, Johana Cavalcanti y Eva Sanagustín. (Me ha salido una propuesta en femenino y que conste que no ha sido intencionado.)
Gracias, Cristina, por recoger el testimonio a esta cuestión que creo que empieza a plantear algún que otro dolor de cabeza a más de uno; y es que el uso de las redes sociales no siempre está tan claro como se hace entre 2 o más «amigos auténticos» 😉 ya que en muchos casos (y lo estamos viendo) las relaciones de amistad no existen, mi debate está, en que quizás no deberían ni existir… (allí lo dejo..)
Una vez más, gracias y seguimos online!
Me lo apunto Cristina para responder después de reflexionar!