Hace cinco días que estrenamos el 2010. Estos primeros días del año son siempre los de los buenos propósitos: apuntarse al gimnasio, dejar de fumar, cuidarse más… No voy a prometer que vaya a dejar el tabaco o que iré al gimnasio, porque no fumo y ya suelo hacer algo de deporte, pero creo que lo de cuidarnos más nos lo podemos aplicar todos.

Tras cuatro días laborables de vacaciones en los que me he mantenido alejada del ordenador, que han sido muchos más días de descanso si sumamos las fiestas navideñas, puedo asegurar que una depuraci-ón internetera siempre va bien. ¡Si ayer me moría de ganas de abrir el Twitter!

No estoy diciendo que haya que renunciar a Internet porque sea adictivo ni nada de eso, lo que digo es que, de vez en cuando, es bueno estar unos días alejados de la pantalla, disfrutando del mundo off. Eso nos ayuda a desconectar y a ver las cosas con cierta perspectiva.

Seguro que muchos de vosotros habéis ido a ver estos días Avatar, la película de James Cameron: algunos porque os encanta la ciencia-ficción, otros por simple curiosidad (yo soy de estas últimas). Más allá de la novedad de verla en 3D, la película me hizo reflexionar (tranquilos si no la habéis visto, que no voy a desvelar detalles de la trama). La tecnología no nos hace superiores, aunque nos ayude a mejorar. Un pueblo no es mejor por tener un gran desarrollo tecnológico, aunque esto le haga ser más fuerte por tener armas más poderosas. Y hasta aquí puedo leer… Cuando la hayáis visto, entenderéis a qué me refiero.

En la comida de Año Nuevo, mi tío, cercano a los 60, dijo: “con el paso del tiempo, nosotros nos hemos quedado desfasados, con todo esto de la informática y de Internet; con el tiempo, a vosotros (los jóvenes, quería decir) también os pasará, no sé a qué nivel ni cómo, pero también os pasará algo parecido”. Y creo que tiene razón. Estoy segura de que mi sobrina, que acaba de cumplir un año, me enseñará muchas cosas relacionadas con Internet cuando crezca. A veces olvidamos que no nacimos enseñados, que la mayoría de los que estamos hoy aquí, en la blogosfera, no nacimos con un teclado en las manos y que no hace tanto escribíamos a máquina y usábamos aquellas cintas de Tipp-ex para “borrar” los gazapos.

No querría empezar el año con una lectura negativa y oscura del presente, pero sí recordar que no debemos olvidar el pasado, porque este ejercicio siempre nos hace valorar el presente y enfocar el futuro con mucho más acierto. No se trata de negar lo evidente (me sorprende que alguien dude a estas alturas de que Internet sea un medio de comunicación social).

Por cierto… ¡¡feliz 2010!! 🙂