¿Puedo declarar mi ideología en redes sociales? ¿Y mostrar mis colores deportivos? Son dos preguntas que a menudo se repiten en los cursos que imparto. Mi respuesta siempre es la misma: «Puedes publicar todo lo que quieras en redes sociales, pero atente a las consecuencias«. La segunda parte de esta frase es la que suele llevarse peor. La gente clama al cielo cuando alguna publicación le pasa factura, muchos incluso ven un intento de censura. Pero no, no lo hay: en la Red hay libertad de expresión, claro que sí, pero quizá lo que digas te pueda acabar pasando factura en el futuro.
Si te declaras socialista, es posible que el PP no te quiera contratar: es algo lógico y están en su derecho de hacerlo. Es lo que en el entorno corporativo se llama «compartir los valores de la empresa».
Tener que atenerse a las consecuencias de tus palabras no es algo nuevo: también en la máquina del café de tu empresa puedes decir que tu jefe es tonto, pero si tienes la mala suerte de que está pasando justo por delante cuando lo dices, haber pronunciado esas palabras puede tener efectos no deseados para ti.
Internet no olvida, ya lo he dicho muchas veces aquí en Blog-o-corp. Lo vimos en el caso del agresor de la Diagonal y también en el incidente de Zapata. En el caso del concejal del Ayuntamiento de Madrid, los tuits que le crearon un problema databan de 2011. Pues bien, hoy el caso de Sergi Guardiola nos muestra las repercusiones de unos tuits publicados en 2013.
Apenas unas horas duró el contrato del futbolista con el Barça B: por la mañana se anunciaba el fichaje y a media tarde el club anunciaba la rescisión. ¿Los motivos? Unos comentarios ofensivos en su cuenta personal de Twitter contra el Barça y contra Cataluña, según explica el propio club. En una conversación con el también futbolista Ton Alcover, el joven se posicionaba a favor del equipo blanco en un clásico Madrid-Barça y aprovechaba para añadir «puta Cataluña».
«A pesar de que el jugador borró inmediatamente los mensajes en los que insultaba a Catalunya y hacía gala de su madridismo, las capturas de pantalla quedaron ahí y empezaron a correr como la pólvora por las redes sociales», se apunta en Mundo Deportivo. Sergi Guardiola también protegió su perfil de Twitter y lo pasó a modo privado, pero ya era tarde. Podéis ver los tuits en la noticia de El Mundo. Intentar borrar el contenido polémico es un error habitual: siempre habrá alguien que haya hecho una captura de pantalla y además la supresión suele provocar el indeseado efecto Streisand.
El joven pidió perdón en diversos programas de radio y se excusó diciendo que los tuits no son suyos, sino de un amigo que le cogió el teléfono y los publicó en su nombre. También dijo entender la decisión del club blaugrana: «yo hubiera hecho lo mismo». Pero el Barça se ha mantenido firme en su decisión.
La situación no es nueva en el entorno futbolístico. El propio club blaugrana rescindió en 2014 el contrato a otro trabajador, contratado como Project Manager Online del área de Ticketing-Operaciones, por unos mensajes publicados en redes sociales. Y en julio, el Depor descartó el fichaje de Julio Rey de La Pobla de Mafumet por un mensaje en Twitter: «Puta Depor, puta Riazor».
«¡Qué malvadas son las redes sociales!», pensarán algunos. Pero como escribe Enrique Dans: «Las redes sociales no son malas. Simplemente estamos, como sociedad, aprendiendo a utilizarlas. Poniéndolas en su lugar. (…) Las cosas se ajustan con el tiempo y con la adecuada educación.»
El problema no son las redes sociales, sino el uso que hacemos de ellas. Un consejo final para acabar el post: antes de publicar algo, piénsatelo dos veces. Y un bonus track: evita publicar en momentos de calentón. Como hemos visto, luego puede pasarle factura a tu marca personal.
PD: En el próximo post presentaré la segunda parte del método STEPPS de Jonah Berger. Me he saltado la planificación anunciada por comentar este tema de actualidad. ¡Disfrutad del fin de año!