Employee advocacy, un concepto muy extendido en empresas anglosajonas. La esencia es clara y obvia: ¿Quién mejor que los trabajadores para hablar de la empresa y ayudar a construir su reputación? Es de cajón. Hay herramientas como LinkedIn Elevate que lo facilitan: permiten filtrar contenido de la empresa para que los empleados lo puedan compartir fácilmente en sus redes sociales.
Pero, ¿y si le damos una vuelta y vamos más allá? Como dice Carlos Molina en este post: si nos preocupamos tanto de los influencers externos, ¿por qué no dedicamos los mismos esfuerzos a los internos? Como nos explicaron los chicos de Bestrelations en el desayuno de hace unos días (Javier López Menacho ha resumido muy bien el encuentro), no se trata tanto de teledirigirlos como de empoderarlos de verdad.
[Tweet «Si nos preocupamos tanto de los influencers externos, ¿por qué no de los internos? @molinaguerrero»]
Menos curar contenido para que los trabajadores lo compartan y más darles formación y capacitación para que, con su propio criterio, estilo y lenguaje, compartan las novedades de la empresa. Si son buenos profesionales para trabajar en la compañía, ¿por qué no lo son para expresarse con libertad en redes sociales? Si no nos fiamos de ellos, ¿por qué los hemos contratado? No iría mal que algunas empresas se plantearan estas preguntas…
Si nos preocupamos tanto de cautivar a lo públicos externos, de conectar con ellos (engagement), ¿por qué no hacemos lo mismo con los internos? Busquemos el engagement interno: el ingagement, como nos proponen desde Bestrelations (¡me encanta el término! Resume a la perfección lo que intenta transmitir).