El post es genial y muy provocativo. Me ha gustado porque demuestra que dejarse seducir por la Web 2.0 no es incompatible con ser crítico con ella. Me confieso apasionada de los blogs pero soy consciente de que no todo ser viviente va a querer tener uno. Y es sólo un ejemplo.
1. La web 2.0 permite hacer. Pero permitir hacer, no significa hacer. Tengo la posibilidad, pero no las ganas de hacer.
2. Nadie está obligado moralmente a generar contenido. La participación masiva puede no ser ni deseable.
3. ¿Es un libro escrito por muchas personas, mejor que el libro escrito por una sola persona?
4. ¿Es la noticia más votada en Fresqui, más verdadera? ¿Más relevante?
5. Llevamos ya algún tiempo con la web 2.0: ¿es mejor nuestra democracia?
6. Nadie es multitarea. ¿Puede el exceso de información suspender la capacidad humana para hilar reflexiones más allá de tres links?
Me siento halagado por los calificativos, y agradecido por tu atención.