Sin empatía no hay comunicación

Shutterstock/ Irina Kozorog

La empatía es la base de la comunicación, comentábamos hace unos días con Patricia de Andrés, Mando Liussi y Eva Sanagustín. El azar quiso que 2 días más tarde empezara a leer el libro Comunicación emocional, de Eduardo Lazcano y me encontrara con esta reflexión:

“La empatía es la base de todo proceso de comunicación porque si no somos capaces de sentir lo que siente el que tenemos delante, difícilmente podremos provocar emociones o influir en aquellos que nos rodean. No se trata de ‘saber’ lo que siente el otro, se trata de ‘sentir’ lo que siente el otro. Comprender lo que siente el otro no es empatía, es raciocinio”.

Hoy, haciéndole una entrevista a Lucía Ceja, doctora en psicología positiva y buena amiga, me explicaba que la empatía es el punto de partida para establecer una relación sana y positiva. Si no eres capaz de ponerte en la piel del otro difícilmente podrás conectar con esa persona.

Curioso que en cuestión de días varias personas me hayan hablado de empatía en contextos totalmente distintos en los que este tema no siempre era previsible. ¿Casualidades, azar, serendipia? Sea como sea, la coincidencia de estos 3 impactos me ha inspirado a escribir este post.

[Tweet «La comunicación, sin un interlocutor, es un monólogo»]

Los que nos dedicamos a la comunicación a nivel profesional sabemos que, muchas veces, como emisores, nos centramos tanto en nosotros mismos que nos olvidamos del receptor. Olvidamos que la comunicación, sin un interlocutor, es un monólogo. Para lograr una comunicación efectiva hacen falta como mínimo 2 personas dispuestas a escucharse y predispuestas a entenderse.

La empatía es la base de la comunicación, como decía al principio de este post. ¡Cómo mejoraría la comunicación de las empresas si fueran capaces de ponerse en el sitio de sus receptores! Menos mirarse el ombligo y más pensar en el otro. No es nada nuevo, ¿verdad? Pero no está de más recordárnoslo de tanto en tanto. Y, por las fechas en las que estamos, bien podría ser un buen propósito para el nuevo año, ¿no os parece? 🙂

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