A veces la realidad supera a la ficción. Si hace unos días hablábamos del peligro de la incoherencia en tiempo de redes, hoy la actualidad nos brinda en bandeja otro ejemplo de la importancia de hacer lo que se dice (o decir lo que se hace). En resumen, de ser coherentes.
El protagonista de esta incoherencia es el Banco Central Europeo (BCE), que acaba de inaugurar una nueva sede faraónica que además ha costado casi un 50% más de lo previsto. En plena época de recortes, que el organismo que ha de velar por la recuperación económica europea e impone recortes a sus socios decida construir una nueva sede en Fráncfort e invierta en ello 1.300 millones de euros, cerca de un 50% más de lo previsto inicialmente, ha generado polémica y protestas. Y no es para menos. Es “un derroche en tiempos de crisis”, denuncia el colectivo anticapitalista Blockupy.
Esta inauguración transmite principalmente dos mensajes contradictorios, desde mi punto de vista:
- ¿Era necesario construir este edificio precisamente ahora? El Mundo recoge la respuesta oficial de las instituciones europeas: «fue precisamente el ahorro lo que impulsó a construir una sede propia, ya que el edificio que ha venido ocupando hasta ahora el BCE, en el centro de Francfort, era alquilado. Las instituciones europeas recomendaron la construcción persiguiendo el ahorro a largo plazo.» El Correo da más detalles sobre este ahorro. Las obras comenzaron en 2002, cuando ya estábamos en plena crisis.
- ¿El Banco Central Europeo no sabe administrar sus propios gastos? Si las obras de la nueva sede han costado casi un 50% más de lo previsto, una se pregunta cómo puede administrar el dinero europeo una organización que no es capaz de controlar sus propios gastos.
«Este edificio es un símbolo de lo mejor que una Europa unida puede lograr, pero también un símbolo de por qué no debemos correr de nuevo el riesgo de separarnos», asegura Mario Draghi, presidente del BCE, que ha bautizado a la nueva sede como «la casa del euro». También ha dicho que la nueva sede «proporciona un fundamento sano para que el BCE logre su mandato de estabilidad de precios para todos los ciudadanos de la zona del euro», informa Eldiario.es.
Pues no tengo muy claro que el coste de este nuevo edificio, que además se ha disparado respecto al presupuesto inicial, transmita precisamente confianza y sensación de estabilidad a los eurociudadanos. Eso sí, un mensaje queda claro: hay que abrocharse el cinturón, pero que lo hagan los demás.