Ser nativo digital no implica ser digital

AtomicBHB/ Shutterstock.com
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Todo va a cambiar, llevaba por título el libro de Enrique Dans de 2010. Todo ha cambiado, lleva por título el prólogo que ha escrito en 2017 (y que puedes leer en su blog) para el libro colaborativo Los nativos digitales no existen. Y no es casualidad: no es que las cosas vayan a cambiar: ya han cambiado y siguen cambiando cada día. Todo está cambiando.

¿Cuántas de las tecnologías que habéis usado hoy no existían cuando erais niños? Seguro que muchas. Si tenéis niños en vuestro entorno, ¿cuántas no existían antes de que ellos nacieran? Seguro que menos. Es muy probable que estos niños en los que estáis pensando sean de los llamados “nativos digitales”. Aunque lo son solo de nombre. Ese es el mensaje clave sobre el que se vertebra el libro que os acabo de comentar: Los nativos digitales no existen. Y no puedo estar más de acuerdo con esta afirmación. Ya escribí hace tiempo que ser nativo digital no implica ser digital.

Explica Dans que “crecer en presencia de una tecnología hace que la consideremos como una parte integrante de nuestro entorno, como algo dado”. Ya lo decía Alan Kay: “tecnología es todo lo que no estaba ahí cuando tú naciste”. Está claro que crecer con algo hace que lo percibas como algo cotidiano, pero eso no te da automáticamente un conocimiento experto en ello.

[Tweet «No, ser nativo digital no implica ser digital. Los nativos digitales no existen»]

Dice Dans que su experiencia impartiendo charlas y clases entre jóvenes universitarios, de menor edad que a los que suele dar clase en la escuela de negocios donde trabaja, terminó por ser una experiencia “inquietante”. En mi caso, añadiría que también desalentadora.

Yo también he tenido esa sensación “contraintuitiva”, como escribe Dans, y chocante al descubrir el desconocimiento que los supuestos nativos digitales tienen sobre el entorno digital. Creo que podría hacer mías sus palabras: “al descender en el rango de edad, los estudiantes parecían ser no solo más ignorantes, sino incluso más escépticos, más reactivos, más descreídos con respecto a los posibles beneficios que la tecnología podía aportar. No era solo que no supieran… es que tampoco parecían querer saber”. En mi humilde opinión, esto es lo peor: no el que no sepan, sino la falta de interés por saber más.

Recuerdo que hace unos años, tras impartir una sesión en un grupo de estudiantes de primer curso de un grado relacionado con el ámbito tecnológico, expresé en Twitter mi sorpresa ante el pesimismo digital que me encontré . Y me pareció muy interesante la respuesta de Jose Quintano: “tú no debes de ser nativa. Por eso lo ves como oportunidad: ya tienes la cabeza amueblada”. Y puede que tenga razón. Quizá la clave está ahí: nos emocionamos descubriendo el potencial que tienen estas tecnologías porque no hemos nacido con ellas. Y ellos sí. Ellos han crecido con ellas. Y ya se sabe: cuando siempre has tenido algo no lo valoras igual que cuando no lo has tenido.

[Tweet «Nos emocionamos descubriendo el potencial que tiene Internet porque no hemos nacido con ella»]

Además, muchas veces pensamos que los supuestos nativos digitales hacen un uso más intensivo de herramientas digitales del que realmente hacen. Añade Dans: “salvo en casos excepcionales, hablamos de una generación que se limita a utilizar aplicaciones que les vienen dadas, e incluso de usuarios simplistas, que utilizan un número muy limitado de herramientas para muy pocas funciones”.

Es cierto que no le temen a un móvil o a una tablet, y que manejan las pantallas táctiles con una facilidad innata. Tampoco han de desaprender ciertas prácticas, algo necesario en generaciones de más edad. Sin embargo, y como dice Dans, hay una serie de carencias importantes que es preciso cubrir.

Y para acabar el post, nada mejor que hacerlo con el cierre del prólogo de Enrique Dans:

“Tus hijos te podrán parecer los más guapos y los más listos del mundo, pero no son nativos digitales, te lo diga quién te lo diga. La tecnología no viene en los genes, y el sentido común para darle buen uso, tampoco. Tú, sin embargo, sí puedes desarrollarlo: solo hace falta ponerle interés. Para todo lo demás, está internet.”

¿No te apetece seguir leyendo el libro? 😉

[Tweet «La tecnología no viene en los genes, tampoco el sentido común para darle buen uso, escribe @edans»]

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