Ayer tuve una interesante conversación con Juanjo Ibáñez (@bomarzo) a través Twitter, que podéis leer aquí arriba. Todo empezó a raíz del lanzamiento del nuevo Delicious. En la Red hay de todo: algunos están contentísimos con los cambios y otros lamentan la pérdida de gran parte de la información que habían guardado, e incluso muchos han visto como de la noche a la mañana desaparecían sus cuentas.
¿Es justo?, se preguntan muchos usuarios. No, no creo que lo sea. Pero esto nos demuestra los riesgos de trabajar en la nube: tu información puede desaparecer. Porque es cierto que la información es tuya, pero está guardada en el espacio de otro, así que el control que tienes sobre ella es, en realidad, limitado.
A muchos nos ha pillado la tormenta Delicious sin paraguas ni chubasquero. Y gran parte de nuestro trabajo se ha ido al garete, como lamentaba ayer Juanjo.
Esto me ha hecho replantearme muchas cosas. ¿Podemos fiarnos de la nube o tendremos que volver a hacer mil copias de seguridad? Ahora, desconfío. (Servicios como Dropbox, por ejempo, guardan una copia de seguridad en tu ordenador, si quieres. Esto me tranquiliza.)
“Somos unas personas que abrazamos lo que venga y pensamos poco en consecuencias”, escribía ayer Juanjo. Y estoy de acuerdo. ¿Quizá pecamos de ingenuos?
Hoy muchos usuarios buscan alternativas a Delicious, algo que ya hicimos en diciembre de 2010 cuando parecía que el servicio iba a desaparecer. Yo probé Diigo, pero acabé volviendo a Delicious. Ahora estoy analizando por dónde seguir mi camino.
En cualquier caso, esto nos muestra la fragilidad del sistema. No, no es infalible, aunque nos gustaría. Y reconocerlo es una forma de ser honestos y realistas. Honestos con nosotros mismos, pero también con los demás, porque cuando en un curso, en un post o en Twitter recomendamos usar unas herramientas y no otras nos basamos en nuestra experiencia de usuarios avanzados, pero deberíamos reconocer los pros y los contras de cada una de ellas.
“Reconocer la ausencia de infalibilidad de estas herramientas y que su uso genera riesgos”, me comentaba ayer @bomarzo. De la misma forma que reconocemos que no podemos saberlo todo y que es cada persona quien debe decidir qué herramientas le interesa más usar y en qué plataformas le conviene más estar, le respondía yo.
Hacemos recomendaciones, no pretendemos sentar cátedra. Eso sí, deberíamos hacerlo siempre de forma transparente y honesta, destacando los pros pero también explicando las limitaciones que tienen estas herramientas (y también nosotros, que no lo sabemos todo: quizá haya otra herramienta mejor pero no la conocemos).