Nadie deja una empresa porque no le guste la revista interna, pero puede que sí lo haga si se siente mal pagado, ignorado o infravalorado. De esto hablábamos hace unos días con Alejando Formanchuk, experto en comunicación interna y fundador de Formanchuk & Asociados, agencia especializada en este tipo de comunicación.
Fue muy interesante descubrir de primera mano cómo trabajan ellos la comunicación interna. Me contaba Ale que no su agencia no se centra en los canales: no rediseñan newsletters internas ni lanzan televisiones corporativas ni crean intranets. Ellos ponen el foco en la parte previa a todo eso, en la parte estratégica. En sus proyectos trabajan la cultura corporativa, hacen diagnósticos, diseñan planes de comunicación interna, trabajan el branding interno, ofrecen formación y coaching para directivos…
“Sabemos que la comunicación interna no es un fin en sí mismo: es un medio para que las cosas sucedan. Por eso nuestro objetivo no es ‘hacer comunicación interna’ sino lograr que nuestros clientes alcancen sus metas a través de acciones de comunicación interna”, explican en la web de la agencia. Con este enfoque han colaborado en más de mil proyectos para clientes de 16 países.
[Tweet «La #comunicacióninterna es un medio para que las cosas sucedan, explica Alejandro @Formanchuk»]
Por supuesto, la revista interna de una organización comunica. Pero también lo hacen muchas otras cosas: si el jefe tiene una Nespresso y el resto de los empleados han de tomar café de una máquina que se estropea continuamente; si los mandos intermedios trabajan en grandes despachos mientras sus colaboradores apenas tienen sitio en sus mesas para poder trabajar… Todo comunica, también en comunicación interna.
En el e-book Disrupting the Function of Internal Communications, publicado por IC Kollectif, que os recomiendo leer, se dice que el 90% de la comunicación interna recibida por un empleado no la genera ni distribuye el departamento de comunicación interna, sino los propios empleados. Esto es una auténtica revolución, aunque en muchas organizaciones les cueste asumirlo. Supone aceptar que los canales informales tienen más peso que los formales, que son los que “controla” la empresa.
[Tweet «La línea que separa la #comunicacióninterna y externa es cada vez más delgada»]
Ante esta realidad, Alejandro Formanchuk propone que los responsables de comunicación interna adopten el rol de content curators y sean capaces de detectar, enriquecer, destacar y mejorar las conversaciones significativas que ya están teniendo los empleados de la empresa, dentro y fuera de los canales oficiales. Me parece un enfoque muy interesante.
Los empleados se relacionan, ya sea en canales formales o informales. Se comunican en el ascensor y en las reuniones, pero también es posible que sean socios del mismo gimnasio, que sus hijos vayan al mismo colegio o que colaboren en la misma ONG. Los trabajadores son stakeholders internos de la empresa, pero también sus portavoces no oficiales en los contextos informales que acabamos de mencionar.
En el fondo, como comentábamos con Ale, la comunicación interna no es solo la base de una buena comunicación externa: la comunicación interna es, cada vez más, también comunicación externa. La línea que separa la comunicación interna y externa es cada vez más fina. ¿No os parece?
[Tweet «Los trabajadores son stakeholders internos de la empresa, pero también sus portavoces en contextos informales»]