MRW tiene un programa de acción social desde 1993, según leo en La Gaceta de los Negocios de hoy. Me llama la atención una frase pronunciada por Francisco Martín Frías, presidente de la empresa de mensajería: «la empresa debe dar satisfacción a todos; la calidad de un producto o servicio depende de la calidad de las personas». Estamos de acuerdo. Lástima que la mayoría de empresas se olviden de que lo más importante no son los productos que comercializan sino sus trabajadores. ¿De qué sirve un buen producto si la atención que recibe el cliente es nefasta? Se trata, desde mi punto de vista, de que las dos cosas vayan de la mano. De hecho, se retroalimentan: un empleado contento es el mejor prescriptor y cliente.
Mientras leo esta noticia, no puedo evitar que aparezca mi lado escéptico. Es muy fácil proclamar estas cosas pero luego aplicarlas es otra cosa bien distinta y que no siempre resulta tan sencilla. Entro a la web de MRW y busco datos al respecto, pero lamentablemente la última memoria social disponible es de 2oo4. Sin embargo, algo de cierto debe de haber en todo esto, porque Martín Frías presume de que el absentismo laboral nunca ha sido superior al 5% de la plantilla. Además, parece que la acción social de MRW no va sólo de puertas hacia afuera, sino que también contempla a sus trabajadores. Se ofrece, por ejemplo, una ayuda económica de 3.000 euros a todos los trabajadores que adopten un niño.
Responsabilidad social corporativa (RSC) bien entendida. En MRW son conscientes de que la RSC es «la única forma de comunicar las buenas prácticas», en palabras de su presidente. Por eso se encuentran entre las 12 primeras empresas españolas con la certificación de la Fundación Más Familia como «familiarmente responsable». Porque la conciliación también es una manera de ser socialmente responsables, de puertas hacia adentro.