Mírame, escúchame, ¡comunícate!

blog de mírameFoto: Blog de la iniciativa Mírame, diferénciate

Hace unos días, leía en La Contra de La Vanguardia que “escuchar es una de las cualidades imprescindibles del buen comunicador”. Lo decía Manuel Campo Vidal, que acaba de publicar  ¿Por qué los profesionales no comunicamos mejor?

Cuando Víctor Amela le pedía algunos consejos para comunicar mejor, Campo Vidal apuntaba siete:

  • Procura escuchar.
  • No improvises, establece qué quieres decir.
  • Adáptate al tiempo de que dispones.
  • Prepara un buen principio y, sobre todo, un buen final.
  • Evita la arrogancia.
  • Cuida tus gestos y miradas, tu lenguaje no verbal.
  • Conecta con alguna emoción.

Coincido con todas sus recomendaciones, pero especialmente con la primera y la última: escucha y conecta. Creo que son esenciales para poder llegar a la audiencia. Ya lo decía Aristóteles, en su tríada de la retórica: es importante que el ponente cree la atmósfera adecuada para obtener la respuesta deseada del público. Y para eso ha de buscar los puntos en común y construir su discurso sobre ellos, para conseguir que la audiencia se identifique con el mensaje y lograr así persuadirle. Es lo que Aristóteles llamaba phatos, que debe combinarse con el ethos, la credibilidad del orador, y con el logos, la capacidad de argumentar.

Lo explican muy bien los profesores del IESE Brian Leggett y Ricardo Velilla en Persuasión. La clave del éxito en la comunicación para los negocios. También lo explica Leggett en Developing your persuasive edge y en Rhetoric and persuasion in management (este último documento se puede descargar gratuitamente en pdf en la web del IESE).

Cuando hablamos de hacer un plan de medios sociales, siempre decimos que hay que empezar escuchando. En ese caso nos referimos a prestar atención a lo que se dice en la Red, pero sin duda debería ser el inicio de cualquier proceso comunicativo. Una conversación entre personas que no se escuchan no es una conversación, es una suma de monólogos.

Y esto me ha recordado a la iniciativa Mírame, diferénciate, a la que me sumé poco antes de Navidad (y ahora entenderéis qué significa el banner que se encuentra justo al lado derecho de este post). Mírame empezó en agosto de 2011 de la mano de un grupo de profesionales “convencidos de que la calidad asistencial puede mejorar con pequeños gestos, como mirar a los ojos de las personas que atendemos”. Una idea que surge a través de las redes sociales “con el fin de traspasar la pantalla”. Buscan, en definitiva, “humanizar, que no es poco”.

Me uní porque creo que es importante mirar a los ojos y escuchar a la(s) persona(s) que tenemos delante, y porque estoy convencida de que es imprescindible para podernos comunicar de forma efectiva.

Me impactó mucho esta historia de Olga Fernández que recoge Rafael Pardo en su blog y que explicó en TEDxAndorralaVella.

Érase una vez… una madre reciente que escribió una carta al servicio de ginecología y obstetricia de un gran hospital barcelonés, una carta que decía así:

«He sido tratada correctamente… enfermeras, médicos, celadores, todos han sido muy correctos conmigo… y todo ha ido bien, los dos estamos bien, no tengo ninguna queja. Sólo hay una cosa: en ningún momento, cuando han tratado conmigo, nadie me ha mirado a los ojos… nadie.»

¿Cuántas veces os habéis sentido así, y no sólo de visita en el médico? Si queréis, vosotros también podéis sumaros a Mírame, diferénciate. Es sólo un gesto, pero  con pequeños gestos se pueden cambiar muchas cosas, ¿no os parece?

De entrada, podemos empezar mirando a los ojos a las personas con las que queremos comunicarnos y escuchando lo que nos quieran decir. Parece fácil, pero a menudo nos olvidamos de hacerlo. Y creedme, ninguna estrategia ni gran plan de comunicación funcionará si nos olvidamos de lo esencial: escuchar para poder conocer las necesidades de nuestros públicos.

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