“En tiempos convulsos la consistencia tiene premio a largo plazo”, leía hace unos días en el blog de Javier Velilla, en un post sobre el informe Edelman Trust Barometer 2010. La frase hace referencia a la confianza, pero es aplicable también a la reputación (ambos términos están estrechamente relacionados, de hecho).
Reputación y confianza son intangibles, y esto es algo importante, a tener en cuenta especialmente a la hora de medir, porque los resultados de una buena gestión de la reputación no son inmediatos, sino que hay que trabajar con la vista puesta en el largo plazo.
Métricas. ¡Qué importantes que son! Porque, ¿cómo gestionar algo que no podemos medir y cuantificar? “Si soy capaz de establecer una métrica, puedo hacer planes de reputación”, afirmaba Fernando Prado, director de la división española del Reputation Institute en Expansión.
Para mí no hay duda de que la reputación es un activo empresarial que influye en la cuenta de resultados, pero sin pruebas que lo demuestren, la afirmación puede sonar demagógica. Esto es algo que Charles Fombrun, del Reputation Institute, explicó muy bien en la Primera Conferencia Anual de Reputación Corporativa celebrada en IESE hace unos meses.
“La marca es la promesa; la percepción es la reputación”, aclaraba Fernando en esa misma entrevista en Expansión. Precisamente sobre este tema, sobre marcas, promesas y percepciones tratará el próximo Monday Reading Club, el lunes que viene, en el que se hablará sobre el libro En clave de marcas, que coordina Gonzalo Brujó, consejero delegado de Interbrand. No he leído el libro pero intentaré asistir, porque el debate que se genere seguro que es muy interesante.
Precisamente estoy preparando un reportaje sobre reputación corporativa que espero poder compartir con todos vosotros en breve.